Sosabravo: los colores de Cuba

Sosabravo: los colores de Cuba

15 may. Hay una persona que ha logrado atrapar en su pincel todos los colores de la Mayor de las Antillas. Se trata de Alfredo Sosabravo, ceramista, pintor, grabador, escultor y uno de los grandes de la historia del arte cubano.

Sosabravo nació en el poblado villaclareño de Sagua la Grande, en 1930. Siguiendo su vocación artística, se trasladó a La Habana, donde comenzó a pintar por afición en 1950, hasta ingresar en la Escuela Anexa a la Academia de san Alejandro, donde estudiaría entre 1955 y 1957: dos años que bastaron para despertar el inmenso talento que lo acompaña y que regala desde entonces.

Expuso por primera vez en la galería Arte Cinema La Rampa en 1959, y durante los años siguientes realizó pinturas y xilografías, siendo premiado varias veces en esta modalidad. Ya como miembro de la Asociación de Grabadores de Cuba, impartió clases en la Escuela nacional de Instructores de Arte y en 165 ingresó en el Taller Experimental de Gráfica de La Habana, iniciándose además en la cerámica en el Taller de Cubanacán.

En la primera exposición personal de Alfredo Sosabravo –año 1967- sus óleo-collages y cerámicas ya dejaban ver la pericia en la factura de sus obras, el desenfado al tratar temas del mundo contemporáneo y la manera peculiar de incrustar telas con puntadas reales. La cerámica, de pequeño formato al inicio, pronto rebasó lo meramente ornamental a favor de la necesidad expresiva, y en 1973 Sosabravo emplazó en el hotel Habana Libre un mural titulado Carro de la Revolución, compuesto por 555 piezas y en el cual trabajó durante dos años. Precisamente ante este mural, se le confirió en 1997 el Premio Nacional de Artes Plásticas, por la obra de toda la vida. En el año 2000 el Instituto superior de Arte le otorgó el título de doctor Honoris Causa.

Los premios internacionales comenzaron a llegar a la vida de Sosabravo en la década del 70, cuando recibió Diploma de Honor en la V Bienal Internacional de Cerámica de Arte en Vallauris, Francia. Más adelante, continuó recibiendo premios en ediciones de la Cuadrienal de Artes Aplicadas de Erfurt, Alemania.

Su creatividad no ha tenido límites en todos estos años y por décadas ha participado en importantes foros de exposición como las Bienales de Venecia y de La Habana. El Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba organizó la exposición antológica La Naturaleza, el hombre, la máquina, en alusión a los tres temas recurrentes en su obra, para celebrar los 60 años del artista. Ese mismo año, siete obras suyas ingresaron en la sala permanente del recién inaugurado Museo Nacional de la Cerámica Artística Cubana en el capitalino Castillo de la Real Fuerza.

Con Italia, Alfredo Sosabravo ha desarrollado una relación muy especial. En 1993 inició una colaboración con la Fábrica Casa Museo Giuseppe Mazzotti 1903, de Albisola Mare, allí ha creado obras en diversos formatos y técnicas. En 1998 presentó en el taller Ars Murano, de Venecia, diseños que fueron plasmados sobre el vidrio con resultados muy cercanos a la pintura, por el colorido y la transparencia del material. Posteriormente inició sus trabajos en bronce en la Fonderia Bonvicini de Verona. En cuanto a los premios, en 1976 le fue otorgada la Medalla de Oro en el XXXIV Concurso Internacional de la Cerámica Contemporánea de Arte en la ciudad de Faenza, y en el año 2006 la República de Italia le confiere la Ordine al Merito en grado de Cavaliere.

En la actualidad, Sosabravo sigue sorprendiendo con sus personajes y sus colores. Ahora incorpora un nuevo reto: crear obras cerámicas sobre lava. Y así, uno de los artistas contemporáneos más importantes de Cuba sigue reinventándose, llevando los colores de la isla por todo el mundo.