Tumba Francesa resguarda el patrimonio del Oriente cubano

Tumba Francesa resguarda el patrimonio del Oriente cubano

13 sep. Con su proyecto infantil integrado por 35 miembros, la centenaria Tumba Francesa La Caridad de Oriente –Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad desde el 2003- incentiva la continuidad de un legado enraizado en la identidad cubana.

Una parte de los noveles integrantes son descendientes de los adultos que forman el emblemático colectivo y otros proceden de la comunidad donde está ubicado, con un apego a esos ritmos, cantos y bailes ancestrales transmitidos de generación en generación como garantía de su perdurabilidad.

Igualmente enfilados a resguardar tan valioso patrimonio, exponente genuino de la cultura popular tradicional, se introducen cambios que favorecen renovación y permanencia como son la incorporación de mujeres al toque de los tambores, antes privativo de los hombres, y la inclusión más amplia de personas interesadas.

El origen de esas sociedades se remonta al siglo XVIII, cuando en las plantaciones cafetaleras de Santiago de Cuba y Guantánamo los amos franceses, refugiados tras la Revolución de Haití,  permitían momentos de esparcimiento a los esclavos, quienes imitaban en sus bailes la refinada gestualidad de la corte versallesca sin renunciar a los tambores africanos.

Fundada el 24 de febrero de 1862 como Lafayette, la Tumba Francesa La Caridad de Oriente es una agrupación músico-danzaria con sede en Santiago de Cuba, y recibe la denominación actual desde el homenaje que en 1905 rindió a la Virgen de La Caridad del Cobre, Patrona de de la isla.

Esa sociedad de cantos, toques y bailes de origen franco-haitiano y africano se sumó a la fortaleza de San Pedro de La Roca del Morro y al Paisaje Arqueológico de los Antiguos Cafetales Franceses del Sur-Oriente cubano que ya ostentaban el título de Patrimonio Mundial en esta ciudad.

Aunque es notable la afluencia de turistas extranjeros a las presentaciones de la Tumba Francesa, sus integrantes aspiran a elevar la acogida y el conocimiento de sus valores artísticos y patrimoniales por los cubanos y santiagueros en particular.