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29 jun. El Viaducto La Farola está clasificado entre las siete maravillas de la ingeniería civil cubana y se considera la obra más relevante de la provincia de Guantánamo, en el oriente de la isla. Inuagurado en el año 1965, impuso formidables retos a la imaginación y la técnica para comunicar con el resto del país a Baracoa, la Ciudad Primada. Los expertos citan construcciones similares en las carreteras Berno-Zurich, de Suiza; y Roma-Nápoles, en Italia.
La carretera atraviesa todo el macizo montañoso Nipe-Sagua-Baracoa, con alturas que en ocasiones llegan a 450 metros sobre el nivel del mar. Desde algunos puntos, pueden observarse en días claros las costas sur y norte de la provincia de Guantánamo. Su proyecto original pertenece al ingeniero Isoba García, quien también trabajó en obras como el Pabellón Cuba y Coppelia, ambos en La Rampa habanera, y la terminal pesquera de Cienfuegos.
Las vistas desde La Farola son notables por su espectacularidad. A lo largo del recorrido, si se hace de Guantánamo a Baracoa, se pasa de un paisaje desértico-costero a uno dominado por la selva tropical. La carretera, de curso muy sinuoso, permite las mejores vistas imaginables, que incluyen las montañas, la densa vegetación y la propia carretera en su desenvolvimiento. Es digno de resaltar que en toda su totalidad abundan manantiales que propician al viajero, aparte de lo espectacular, lo refrescante del ambiente.
A sus cincuenta y un años, esta maravilla abre al mundo la ventana de Baracoa; cautiva a nacionales y extranjeros desde sus aceras, parqueos y miradores, ya sea por la contemplación de los más bellos paisajes o por su relevancia como obra maestra de la construcción en Cuba.